martes, 2 de mayo de 2006

A Dream (Ana Leal)


Todos dicen que no quiero
y yo me muero.


13/III/88

A Dream

El niño rubio y delicado, blanco como de luna, sabía deshacer los encantamientos y curar a los hipnotizados. El niño preparaba una sopa de juguetes. Reunió en una habitación oscura a los pacientes y les tapó la cabeza con cubos. Les ordena que se golpeen el pecho (y digan): éste soy yo, que vivo en este mundo al que me atan muchas cosas (debían decirlas, incluidas las formas bonitas que nos hacen sentir abandonarlo, y los buenos olores y sabores). Más tarde el negro musculoso relinchó perfectamente, y ya pudieron todos sacarse los cubos y probar la sopa.

La madre estaba orgullosa del talento de su pequeño, incluso habló de lanzar la receta de su sopa mágica al mercado y comercializarla en bonitos botes. Pero aquella sopa no tenía ningún truco: Yo la he hecho con mis juguetes pero cualquiera puede hacerla con cualquier cosa, contaba el niño a los reporteros de la prensa.

4 comentarios:

Al59 dijo...

Como el texto no es de mi cosecha, me arriesgo a comentar alguna cosa. Es raro que el relato de un sueño capte la temperatura del mismo, su manera de fluir. Breton, un suponer, no sé si lo logra de verdad en algún momento. Siempre he pensado que aquí Ana lo consiguió de manera ejemplar, por medio de imperfectos retrospectivos (debían decirlas), de adverbios que nos remiten a una escala de valoración externa a la vigilia (perfectamente) y en general con una narración empática que logra ser un último retazo, ya en lengua extranjera, de la singularidad del sueño. Quizá por eso mismo, no es nada fácil analizar este sueño con las armas que rinden los textos literarios comunes. Como si dijéramos, la parte de uno que lo entiende no es la que sabe hablar.

Anónimo dijo...

EL 'debían decirlas' introduce el rigor de una norma en el delirio. Toque carrolliano impagable. Otro acierto es ese niño nonchalante que, bajo los focos y la fama, se resta mérito como si tal cosa. Vaya suerte de amiga, Al.

Y la foto... Se me hace la versión desenfadada y cordial de aquella otra que comentábamos hace semanas, la contraportada de Aoxomoxoa. Como jipis pasados por la Summerhill. Con caras así, con esas gamuzas de buhonero amable (?no anticipan la onda cantuariense?) y esas plumas de faisán, sí apetecen comanditas. El mefisto rubiales ('I happened on a raffish wayfarer') equilibra tanto candor pero no llega a meter miedo.
Por lo que se va conociendo al anfitrión, entiendo que la estampa sea predilecta de la casa. Esos guajes tienen cara de trasgos!

pepita pulgarcita dijo...

Nunca me gustó analizar textos, me parece que es hacerles la autopsia. Lo mejor de los sueños de Ana en realidad es oírselos contar, o llegar al sueño mientras ella te lee un cuento (el hombre de arena de hoffman, infinitas noches las mil y una... y ya de mayores, cómo lo echo de menos) para los que tenemos/tuvimos esa suerte.
¿Sabe ella que se ha "convertido" en una etiqueta en el blog? ¿sabe lo que es un blog?
un beso.

Al59 dijo...

Querida Pulgarcita: no sabría qué responderte. Ana me dio este texto hace muchos años para La Rosa por Defecto, aquel viejo 'fanzine de poesía continua y alterna'. Me pareció que a otros que no han tenido la suerte que tú dices la lectura podría hacerles, con un poco de suerte, algo. Vete a saber qué pensará ella. El uso del nombre propio estoy casi seguro que me lo afeará; pero si sirve para unir entre sí los textos desde fuera, no creo yo que sea grave crimen.